Alejandro Magno, rey de Macedonia, forjó uno de los mayores imperios de la historia de la humanidad. Murió a los 33 años en Babilonia, y su general Ptolomeo, convertido en rey de Egipto, llevó el cuerpo del joven soberano hasta el país del Nilo. Allí, en Alejandría, fue venerado en un espléndido mausoleo hasta que en época romana se perdió el rastro de su tumba. Dos mil años después de su muerte, nuevas investigaciones podrían facilitar el descubrimiento de su sepulcro.