Es el año 1860. En una reunión, un tal obispo Wilberforce cuestiona la teoría de Charles Darwin: "¿Se supone que el hombre desciende de los simios? ¡Imposible! Entonces los abuelos de Darwin tendrían que haber sido los mismos simios ...". Esta disputa fue provocada por la publicación de Darwin sobre "El origen de las especies". No hay duda de que los humanos no descienden de los simios. Darwin nunca dijo eso tampoco. Pero hoy sabemos, gracias a Darwin, que tenemos un origen común con los simios y que estamos relativamente "estrechamente" relacionados con ellos.
