Pregunta al camarero cuál es su verbo favorito. A veces todo va más allá de un simple pedido. La repetición agujerea el ánimo y el estómago. Tienes sacarina, tienes leche desnatada, tienes otro azúcar, tienes, tienes, tienes… Y el camarero se pregunta: ¿que tengo yo que no tengas tú?