En 1930, Nueva York se rinde ante el poder de un nuevo sonido, un sonido invisible que procede de la nada: el del theremín, inventado por el ingeniero ruso Lev Sergueïevitch Termen. El creador del primer instrumento electrónico de la historia fue alabado por Lenin, adulado y temido por Stalin y también agente doble; hasta que, de un día para otro, desapareció sin dejar rastro.