Director de cine estadounidense, nacido en Abilene (Kansas). Comienza muy joven en el mundo del espectáculo como actor de teatro, para dedicarse más tarde en exclusiva al cine. Tras una primera experiencia como actor, comienza a realizar otras labores, como montador, ayudante de dirección o guionista, hasta que debuta como director en 1916. Algunos de sus grandes éxitos, como Go west, young man, La ciudad de los camaradas o Los cuatro rivales, le convierten en uno de los directores más prestigiosos de los años veinte. Su fama le lleva a firmar un contrato con Louis B. Mayer. Realiza entonces para la naciente Metro Goldwyn Mayer la primera versión cinematográfica del personaje de Beau Brummel en El árbitro de la elegancia (1924), protagonizada por John Barrymore y una jovencísima Mary Astor. Ese mismo año adapta el clásico de Sinclair Lewis Babbit en Por mandato de su hijo. Su experiencia y conocimiento del mundo del teatro, así como su magnífica adaptación a los métodos de trabajo que impuso el cine sonoro, le llevan a dirigir la que es su gran película, Melodías de Broadway (1928). Irving Thalberg, el niño prodigio de Hollywood de finales de los veinte y principios de los treinta, le encarga llevar a la pantalla un guión de Norman Huston basado en una historia de Edmund Goulding, director de otro de los grandes éxitos de la Metro, Gran Hotel. Con Bessie Love, Charles King y Anita Page en los principales papeles y el mítico Cedric Gibbons en la dirección artística, la película supera la barrera de los dos millones de dólares recaudados y se convierte en la gran triunfadora de los Premios de la Academia del año 1929, la segunda ceremonia de la historia en la entrega de estos premios. Además del Oscar a la mejor película, Beaumont consigue el premio al mejor director. La película inicia un ciclo de secuelas de parecido título prolongado a lo largo de los años y la partitura de Nacio Herb Brown y Arthur Freed se convierte en uno de los primeros clásicos del cine musical. Curiosamente, se trata de la primera película de la historia del cine en la que se utilizó el play-back para el rodaje de algunos de los números musicales, y no música en directo como hasta entonces. El éxito de Melodias de Broadway hace que Beaumont se convierta en uno de los mejores directores del cine musical y que intente repetir sin éxito la fórmula en muchas de sus siguientes películas, como Danzad, locos, danzad, Lejos de Broadway o La mujer que he creado.